miércoles, 28 de marzo de 2012

"Un pregón personal" por José Luis Montes

No se había levantado el telón del Villamarta cuando los primeros compases de “Cristo de la Lanzada”, fielmente interpretada por la Banda Municipal, rompieron los murmullos del patio de butacas en un silencio absoluto, que aún se hallaba aplaudiendo cuando sus oídos pudieron disfrutar de una segunda pieza, desconocida y solemne, “Soledad de la Victoria”. Ambas conformaron el prólogo musical a la intervención de Rvdo. Fernando García Gutiérrez, tío del pregonero, D. Ignacio García Pomar, que en su presentación nos mostró a Dios como el primer pregonero de la Pasión del Señor y a “Tacho” como alguien que vive en su día a día la Semana Santa, que sólo pretendía aportar su propia experiencia. Y tras pronunciar su tío: “Tacho en el nombre del Sr. Jesús y de la Virgen de los Dolores tienes la palabra”, y sonar en el Teatro la marcha “Corpus Christi”, así fue.

Tras explicar que en la antigua Cruz de Guía de la Cena estaban representados los mayores de tantas familias cofrades que siguen inculcando esta tradición, Tacho inició un pregón autobiográfico, un recorrido por las edades del hombre en el que el hilo conductor no fue ni más ni menos que su propia vida y las experiencias que en ella han tenido lugar, configurando así una grata y sencilla memoria histórica y cofrade, cuyo punto de partida fue la infancia.

“Cuando somos niños todo nos sorprende y nos embriaga, de todo disfrutamos hasta el extremo, pero el sentido fugaz de esos minutos de gozo hace que sintamos que el año es eterno y que nunca llegará el Domingo de Ramos”. Fue así como Tacho comenzó a hablar de la Borriquita y, más concretamente, de su Señora, la Reina de la Estrella, a la que dedicó unos versos en su “Cincuenta cumpleaños” como Madre de todos aquellos alumnos de la Escuela, Lasaliana y Cofrade de San José.

Con una crítica a la “banalización del sentido de la vida” y a la “eliminación de la cultura y, por supuesto, de la libertad” que supone el aborto y, habiendo mencionado a aquellas personas de Iglesia que ya no están con nosotros (Rvdo. P. D. Luis Bellido, Rvdo. P. D. Carlos Glez. Gª-Mier, Rvdo. P. Jesús Fdez. de la Puebla), Tacho disertó sobre la Vera-Cruz, instando a la hermandad a que una, nuevamente, sus lazos primitivos con el colegio marianista, pues según él: "Nuestras cofradías deben ser un referente más de fe en personas que aún están descubriendo el camino, la verdad y la vida". Esto le dio pié a recordar una amena anécdota de su juventud acaecida en el patio de dicha institución. El lanzamiento de un penalti se estrelló contra el respiradero frontal del paso de la Vera-Cruz, afirmando el pregonero que "Nunca se realizó una restauración más rápida y hábil en la historia de la Semana Santa de Jerez. Aquellos respiraderos aún se me siguen apareciendo en mis peores pesadillas de futbolista traumatizado". Episodio que sin duda arrancó risas, carcajadas y aplausos entre los asistentes.


Acto seguido, el pregonero demostró que, efectivamente, los costaleros y la trabajadera iban a tener un sitio privilegiado en su discurso. “Las decisiones trascendentes de la vida, a menudo, han sido tomadas sin la conciencia plena de que éstas se han llevado a cabo. ¿Cuándo, hermano, en el transcurso de tu niñez o juventud sentiste la llamada de la sangre para hacer del oficio más bonito del mundo el centro de tu vida?” El momento en el que Tacho sintió esa llamada fue en la Calle Bizcocheros, viendo pasar el palio de Paz y Aflicción mandado por Paco Sacrificio, soñando ser uno de esos “treinta héroes a los que él se quiso parecer toda su niñez”, aquellos que hacían “del Domingo de Ramos el día más bonito del año y del barrio de San Pedro el centro del universo", dedicando al capataz uno de los pocos versos del pregón: “Sacrificio, para el paso y pósalo sobre el cielo, porque los niños de hoy, y no sólo los de ayer, quieren ser sus costaleros”.

“Con la juventud, la vida y el tiempo se aceleran. Todo nos parece poco y las horas deben ser exprimidas hasta el límite, porque si no, no tendría sentido nada de lo que hiciéramos”. Etapa de la vida que se inicia, según Tacho, en el momento en que los padres te permiten disfrutar de la Noche de Jesús sin su compañía. Juventud que, el pregonero, asocia a esa juventud presente en las nuevas hermandades que Jerez va acogiendo en su plantel de cofradías. El paso desprestigiado y de doble canasto del Ecce-Homo así como el recuerdo a ese nuevo nazareno de la Cofradía de la Gloria que es Pepe Antonio Glez. de la Peña, fueron los capítulos previos a que en el pregón cobrara protagonismo una de las Reinas del corazón de Tacho, la Soledad, a la que dijo en un sentido romance: “Soledad de la Victoria de las moradas banderas, camina junto a mi vida, camina por la Porvera”.

La Virgen del Buen Fin, la crítica a la alargada restauración en el tiempo de la Parroquia de Santiago, el sueño del palio de la Virgen de los Remedios, el recuerdo a las JMJ, y su visita cada Viernes Santo a la Ermita para ver salir al Cristo de Jerez, fueron los últimos compases de un pregón que finalizó, como no puede ser de otra manera, con la melodía del mecer del paso de la Cena, la cual surge también de los hombros del pregonero, ya que es su costalero. “Tomás me enseñó el oficio como sólo los grandes saben hacerlo, y Martín comenzó a señalarme el camino del rezo de mi vida hasta hoy” fueron sus palabras de alago a las dos personas responsables de su vida costalera. Y tras recoger al Señor en su poema, “cuando roto de vida vuelve a San Marcos”, Tacho concluyó su personal intervención con un juramento, que dio paso a un fuerte aplauso del Villamarta que, en pie al completo, premió las íntimas palabras que Tacho le había dedicado de una manera infrecuente, distinta, y por supuesto, personal:

“Cuando mi vida de costalero del Sr., que es lo mejor del mundo, termine por los motivos que sean, pongo a Jerez por testigo que volveré a ser nazareno de la Virgen, volveré a tu cortejo Sra. de la casa, porque como me dijo mi madre cuando yo tenía cuatro años, es que nosotros somos de la Virgen para mayor gloria de Dios. He dicho”.

El Himno Nacional fue el punto y final a un acto que tuvo alzado el telón del Teatro poco más de dos horas. Buena mano, Tacho.

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